martes, 10 de julio de 2012


Es la noche tan fría, actualmente no, actualmente se tiene suerte si el viento sobrepasa las cortinas de tu casa, actualmente la lluvia toca momentáneamente a tu puerta para saludarte melancólicamente, o retumba sobre el cielo nublado los rayos intentando encontrar contra que agolparse para que la vida vibre nuevamente.

Estamos atados a esta tierra, estamos atados a las circunstancias, a los remolinos momentáneos que se viven en cada paso que se da, estamos atascados en los momentos felices e infelices que a diario nos visitan.  Somos un eco que ha dejado de ser sonoro, somos el grito en el silencio que ya no se escucha, estamos perdidos en el limpio océano, naufragando sin saber hacia cual rumbo debemos nadar.  

Cuantas notas musicales se han perdido en este sin razón de la vida, el alma está cansada, esta tan cansada de no estar como quisiera, de no sentir, de no vivir, de no morir, si fuese cierto lo que dicen cuando alguien fallece… Tal vez el alma vagaría por allí, pero no se sabe porque no está a nuestro alcance todo lo que logra ver en el transcurso de su camino a la ascensión. 

No quiero tener razón, no quiero tener respuesta a preguntas que no tienen respuesta, no quiero perder el tiempo pensando en lo que fue y lo que será, no quiero querer, ni creer, ni desear, ni tocar, ni sentir…

Lo único que se debe hacer es continuar, respirar, escuchar, admirar, no parar por más obstáculos que existan o se creen en la inmensidad del camino, lo único que debemos entender es que no nos pertenece la decisión de si se debe o no continuar, solo estamos para cumplir esa meta indescriptible y sin razón que no está al alcance de muchos. No existe un ¿para qué? O ¿un por qué?