Es la noche tan fría, actualmente
no, actualmente se tiene suerte si el viento sobrepasa las cortinas de tu casa,
actualmente la lluvia toca momentáneamente a tu puerta para saludarte melancólicamente,
o retumba sobre el cielo nublado los rayos intentando encontrar contra que
agolparse para que la vida vibre nuevamente.
Estamos atados a esta tierra,
estamos atados a las circunstancias, a los remolinos momentáneos que se viven
en cada paso que se da, estamos atascados en los momentos felices e infelices
que a diario nos visitan. Somos un eco
que ha dejado de ser sonoro, somos el grito en el silencio que ya no se
escucha, estamos perdidos en el limpio océano, naufragando sin saber hacia cual
rumbo debemos nadar.
Cuantas notas musicales se han
perdido en este sin razón de la vida, el alma está cansada, esta tan cansada de
no estar como quisiera, de no sentir, de no vivir, de no morir, si fuese cierto
lo que dicen cuando alguien fallece… Tal vez el alma vagaría por allí, pero no
se sabe porque no está a nuestro alcance todo lo que logra ver en el transcurso
de su camino a la ascensión.
No quiero tener razón, no quiero
tener respuesta a preguntas que no tienen respuesta, no quiero perder el tiempo
pensando en lo que fue y lo que será, no quiero querer, ni creer, ni desear, ni
tocar, ni sentir…
Lo único que se debe hacer es
continuar, respirar, escuchar, admirar, no parar por más obstáculos que existan
o se creen en la inmensidad del camino, lo único que debemos entender es que no
nos pertenece la decisión de si se debe o no continuar, solo estamos para
cumplir esa meta indescriptible y sin razón que no está al alcance de muchos.
No existe un ¿para qué? O ¿un por qué?