martes, 4 de diciembre de 2012

Solo el sol se posa en mi rostro, solo la brisa me ayuda a vencer esta sensación de ahogo, estoy aquí, mirando hacia un camino inexistente, intentando que mis pasos no se queden pegados en el lodo del engaño.

Lo he intentado continuamente, he luchado para no dejarme vencer por esa pasividad mortal, por no permitirme caer en el despojo de la conformidad, lucho constantemente para no arrastrarme en la miseria de la auto compasión, me libero cada mañana al intentar no pensar que sin quererlo soy parte de algo que no deseo. Estar atado por la necesidad de vivir tranquilamente no debería ser lo más importante.

Somos tan predecibles, somos tan llenos de nada y de todo, somos el producto de la mente perturbada de la misma humanidad, cuando intentamos desesperadamente volvernos normales, pero tendría alguna importancia serlo, no es más importante escapar y asegurarse de que no somos normales?, no es más importante pensar que se puede vivir de una manera diferente?

 Deberíamos vivir sin miedo a respirar, deberíamos ser felices de sentir el más ligero golpe de calor, el más intenso dolor nos advierte que estamos aquí, que estamos vivos, que somos frágiles y llenos de imposibilidades. Pero esas mismas imposibilidades nos dan la certeza de que aun cuando no estemos seguros de lograrlo, somos capaces de intentarlo.

Estar en esta tierra no debería ser complicado, estar pasivo debería ser fácil, deberíamos estar cansados de no estar cansados, deberíamos estar contentos de que la tristeza toca superficialmente nuestra puerta y es solo decisión nuestra dejarla quedarse el tiempo que escojamos que se quede. Deberíamos estar atentos a los silencios que nos permiten escuchar realmente lo que debe ser oído.

Sin embargo estamos tan ocupados buscando cosas innecesarias que lo olvidamos... Olvidamos como es sentirse realmente calmado, olvidamos como es sentirse realmente amados, como debemos sentir realmente...