lunes, 26 de octubre de 2009

¡¡Llamas a mi!!.

El fuego arde lentamente, tus ojos miran las llamas mientras estas crecen y ondean en el centro de la habitación, no ves salida disponible, sin embargo estas sentado observando tan calmadamente las diversas tonalidades que se despliegan sin nada que las detenga. Eres responsable de estar allí, quieres que todo acabe, quieres que se queme todo lo que te recuerda el pasado.

Tus pensamientos divagan sin rumbo fijo, en ellos se ven impregnadas las ganas de dejarlos volar, caminas a través de ellos a lugares que hacia mucho habías dejado de lado, de momento te llegan cosas que habías dejado pendientes, se que lamentas no haber hecho nada para resolverlas.

Aun así, no te levantas de donde estas, tu mente sigue allí, incrustada y entrelazada con esa sensacion de querer desaparecer y que mejor forma de hacerlo que a través de las llamas purificadoras. Te asaltan pensamientos de ira, de dolor, de rencor hacia aquellos que no te han correspondido, piensas que si quisieras que lo hicieran lo hubieses logrado, ahora no es tiempo de lamentos, ya no importa nada de eso, estas a punto de dejar atrás todo eso y pasar a otro plano.

Es fácil ver como todo se convierte en cenizas, el calor del fuego te envuelve; como no sentirte abrumada ante este si siendo tan pequeño logra llevarte a donde no pensabas ir. Después de analizarlo, sin mas ni mas; tomas un vaso de agua y lo arrojas, el resultado que esperabas se logra, solo una sombra de humo se levanta de la papelera que ardía lentamente ante tus ojos.

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