martes, 23 de marzo de 2010

EN SILENCIO.

Me sentí abrumada, cuando estando recostada a tu lado descubrí que la falta que te haría es insuperable. Me sentí culpable, por no hacer nada para evitarlo, me sofocaron las ansias de saber que no había tiempo ya para cambiar las cosas. Pensé que la culpa me derrivaria antes que cualquier otra cosa.

El calor de tu cuerpo me envolvía lentamente mientras permanecí a tu lado, no sentí cansancio alguno al respirar tu dulce aroma, al contrario; era como aquellos elixir que te permiten viajar a otros espacios en donde disfrutas estando en la comodidad de personas que te atraen y te atrapan sin poderte controlar.

Me entristece saber que no hay un camino largo por recorrer, lo he sentido muchas veces, lo he visto, no logro descifrar como ni porque, pero cuando intento dejar atrás esa sensación de proximidad que hay me lleno de nostalgia. He sentido que mi corazón deja de latir que se arruga como una uva pasa cuando me doy cuenta de lo pronto que es para dejarte.

Tal vez el tiempo no es lo suficientemente poco para hacerte entender que es algo inevitable, quizás lo que mi corazón, mi alma, mi espíritu y mi cuerpo necesitan es dejar de lado el sentimiento de dolor que te cause, quizás lo que mi conciencia necesita es entender que hay cosas que no se pueden cambiar así uno quiera.

Pero ¿Quien puede borrar esa presencia que aunque aun esta presente, pronto estará ausente?


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