martes, 12 de junio de 2012

Empezar a darse cuenta de que estamos o dependemos de las acciones no solamente nuestras, sino también de los demás no nos deja brecha de oposición, luchamos fervientemente por tratar de controlar lo que creemos que podemos controlar. Luchamos fervientemente por borrar de nuestras mentes el hecho de estar estancados en este barco sin rumbo fijo.

Peleamos sin tener idea de cuál será el resultado deseado, así ha sido el transcurrir de nuestros días sin gloria, ni victoria. Es triste darse cuenta que lo que posiblemente sea la alegría de nuestro duro trabajo no sea nada más que la respuesta del premio recibido por haber cumplido con nuestro papel de niños buenos, el papel que tuvimos que iniciar a representar desde que nacimos.

Si corremos con suerte y somos lo suficientemente suspicaces nos damos cuenta de que estamos atados por una cadena que de vez en cuando nos permite darnos el lujo de soltarnos solo lo necesario como para ilusionarse porque se cree que estamos en el camino correcto, porque ilusamente se nos permite llenarnos de ilusiones y esperanzas de lo que queríamos llevar a cabo tiene todas las posibilidades del mundo de cumplirse.

Nos dejamos llevar por la felicidad de ver algún progreso, algún vestigio de lo bien encaminados que estamos, somos el dulce grito del alma de muchos que se llena de tristeza cuando conocemos la cruel realidad, no estamos encaminados en ningún camino, solo seguimos la senda que se nos fue trazada de antemano por ese alguien injustificado que no nos permite salirnos del camino programado.




Estamos atados, atascados… o existe posibilidad de volar?

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