Empezar a darse cuenta de que estamos o dependemos de las acciones no
solamente nuestras, sino también de los demás no nos deja brecha de oposición,
luchamos fervientemente por tratar de controlar lo que creemos que podemos
controlar. Luchamos fervientemente por borrar de nuestras mentes el hecho de
estar estancados en este barco sin rumbo fijo.
Peleamos sin tener idea de cuál será el resultado deseado, así ha sido
el transcurrir de nuestros días sin gloria, ni victoria. Es triste darse cuenta
que lo que posiblemente sea la alegría de nuestro duro trabajo no sea nada más
que la respuesta del premio recibido por haber cumplido con nuestro papel de
niños buenos, el papel que tuvimos que iniciar a representar desde que nacimos.
Si corremos con suerte y somos lo suficientemente suspicaces nos damos
cuenta de que estamos atados por una cadena que de vez en cuando nos permite
darnos el lujo de soltarnos solo lo necesario como para ilusionarse porque se
cree que estamos en el camino correcto, porque ilusamente se nos permite
llenarnos de ilusiones y esperanzas de lo que queríamos llevar a cabo tiene
todas las posibilidades del mundo de cumplirse.
Nos dejamos llevar por la felicidad de ver algún progreso, algún vestigio
de lo bien encaminados que estamos, somos el dulce grito del alma de muchos que
se llena de tristeza cuando conocemos la cruel realidad, no estamos encaminados
en ningún camino, solo seguimos la senda que se nos fue trazada de antemano por
ese alguien injustificado que no nos permite salirnos del camino programado.
Estamos atados, atascados… o existe posibilidad de volar?
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