Aunque es
difícil de creer que no somos como semillas que se siembran en la tierra,
que se riegan constantemente mientras germinan, que después de crecer
producen otra semilla que alucinara de la misma manera en que lo hicimos
en su momento y que después sin más, abandona este mundo de
incertidumbres sin ninguna prueba de que lo
que se vivió durante este tiempo era importante. Tal vez
solamente se deba tener en cuenta que se vivieron experiencias que marcaron a
los que nos rodean porque el individuo mismo ya no cuenta mas, porque no existe
una consciencia que de testimonio de él.
Esto nos
hace preguntarnos constantemente si la forma en que nos dejamos llevar por ese
transitado camino era la forma adecuada de aprender, de entender o solo fue un
signo de debilidad por no saber escoger, por no tener claridad en lo que
debíamos admitir de cada uno de nosotros, porque cuando fue posible que en
nuestra consciencia se grabara la verdad acerca de lo
que debíamos aprender, el egoísta ego que nos domina
fuese tan superior a la realidad.
Lo que
realmente es absurdo, es que después de tener la certeza de que se
vive dolorosamente tanto físicamente como psicológicamente, no
se llegue a tener un poco de olvido de este terrible ego que nos mantiene
atados a una realidad que no existe, a una vida en la que solo se piensa en el
materialismo como inicio y partida, cuando es realmente vano e insulso, cuando
lo que realmente importa es vivir y hacer vivir a quienes nos rodean esa
maravillosa sensación de estar satisfechos con lo mucho que nos
dieron al estar al lado nuestro.
Somos
diversas etapas de la vida, en donde el crecimiento, el desarrollo y la
respuesta a estas pueden ser favorables u ofensivas, todo depende de la forma
en que esperemos desplegar toda esa fortuna que poseemos, porque cada momento
que se pueda dar, cada esperanza que se pueda sembrar, cada llama de hoguera
que se pueda encender, nos demostrara que vale la pena creer que existimos por
algo.
Ese algo
que nos llena de fortaleza para dar rienda suelta a las más infinitas ganas de
aceptar que estamos cerca del final, desde el mismo instante en que descubrimos
el inicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario